Desde el cambio de milenio, estamos experimentando varios retos que afectan a nuestra salud, como la pandemia de COVID-19. Además de la carga pandémica y pospandémica, están ocurriendo muchas más cosas; por ejemplo, las crisis climática y alimentaria han sido muy preocupantes durante 2023. Estamos observando el efecto devastador del aumento de las temperaturas en la salud de nuestros océanos, en la pérdida de biodiversidad y en los patrones migratorios de personas y animales. También somos muy conscientes de que la demografía del planeta requerirá más alimentos para abastecer a una población mundial que se espera alcance los 9.700 millones de personas en 2050 y, al mismo tiempo, nos hemos comprometido a disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero para reducir la contaminación y la huella de dióxido de carbono.

El enfoque de la denominada salud circular propone utilizar las prioridades sanitarias renovadas post-COVID-19 para promover la convergencia de las actividades relacionadas con la salud que pueden realizarse en el marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. De este modo, será posible avanzar en las prioridades sanitarias urgentes dentro de un marco existente cuyo objetivo es la sostenibilidad y el avance de la salud como recurso esencial dentro de un sistema cerrado, que necesita ser regenerado y abordado en su complejidad.